Un gusanito blanco, vivía en la morera
y lo llamaban gusano de seda.
Le gustaban las hojas, era muy glotón
y en pocas semanas se hizo mayor.
Con su fina seda tejió un capullo
y aquel gusanito sonrió con orgullo.
Cuando terminó se encontraba cansado
y dentro del capullo se quedó acostado.
Después de un tiempo de haber dormido
en una mariposa se había convertido.
Extendió sus alas, se desperezó
y así muy contenta el vuelo emprendió.
Llegó la hora de poner los huevos
y así la historia empezará de nuevo.
De ellos nacerán otros gusanitos,
y harán la seda de sus vestiditos.